UN ACCIDENTE NO SIEMPRE ES UN ACCIDENTE... Conducir alcoholizado...NO ES UN ACCIDENTE...Violar la prioridad de paso peatonal...NO ES UN ACCIDENTE...Superar la velocidad permitida... NO ES UN ACCIDENTE...Violar la luz roja.... NO ES UN ACCIDENTE...Burlar las leyes de tránsito...NO ES UN ACCIDENTE...Un accidente CASI NUNCA es un accidente...



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Nuestra Asociación tiene como objetivo realizar acciones con prácticas sustentables que reduzcan la inseguridad vial y las violencias conexas a ella. Queremos motivar la toma de conciencia ciudadana e impulsar una agenda de prioridades en los órganos de decisión pública.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Qué es la Conducción Temeraria









Cuando pienso en un conductor temerario pienso en el homicida de mi hijo Manuel Lischinsky. Hoy, 12 de noviembre, Manu hubiera cumplido 30 años. Murió a los 18, evitando con un gesto de los brazos que el auto descontrolado que se les venía encima atropellara también a su amigos. El joven que lo manejaba tenía 20 años y ya era un violento vial.
El conductor temerario no es un figura desconocida para mí. Salen pisando el acelerador y quemando gomas, y se jactan haciendo “finitos” o sea rozando a sus potenciales víctimas con total impunidad. Cuando clavan los frenos nunca es para dejar pasar a un peatón, violan sitemáticamente la luz roja y la velocidad máxima. Esos conductores no son estereotipos de ficción. Son personas reales que combinan en distinto grado las transgresiones arriba mencionadas con el consumo de alcohol y o de drogas. Son conocidas en su barrios y señaladas por los vecinos que ya saben quiénes son los agresivos al volante de la cuadra. Habitualmente se trata de varones, aunque también hay mujeres con esta conducta temeraria. En todas las circunstancias se jactan de sus malas acciones inclusive frente a un control de tránsito. La ley no es para ellos y se victimizan inmediatamente si los detienen.
Todas las madres que hemos escuchado en ACTIVVAS nos han brindado testimonios de dolor y desgarro por la ausencia de un mínimo gesto de arrepentimiento de parte de los victimarios que se desculpabilizan aduciendo “un accidente”. Eso mismo sucedió con el asesino de mi hijo y el único gesto de sus padres fue exigirle al juzgado la devolución del auto, que obviamente fue denegada. Detrás de cada conductor temerario, su familia o su entorno, está dispuesto a borrar las huellas que lo incrimina.
Prevenir, es evitar. Por eso es imperioso tener una figura penal que les impida continuar atropellando vidas. La justicia debe poder detenerlos antes de que hieran, mutilen o maten. No basta con los controles policiales si no hay sanciones directas y efectivas que los disuadan y los obliguen a vivir bajo el imperio de la ley.  
Por eso pedimos penas de cárcel para estos conductores que a lo mejor no son asesinos, pero conducen como tales.      



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